La Ley Nº 24303 dispone que el 6 de diciembre se conmemore el Día del Gaucho, recordando la primera edición de “El gaucho Martín Fierro”, obra de José Hernández, cuya edición primigenia data de 1872.
En Entre Ríos, si hablamos del gaucho y de tradición, no podemos dejar de mencionar a Martiniano Leguizamón, escritor que supo captar en nuestra tierra, sentimientos y tradiciones que hoy recibimos como herencia.
Nacido en la estancia paterna de Rincón del Calá, el 28 de abril de 1858, pasó sus primeros años en Rosario del Tala.
Tomó allí los primeros conocimientos sobre la vida de los gauchos, sobre su forma de pensar, de obrar y de mantener la tradición y la identidad.
En 1874 ingresó al Colegio de Concepción del Uruguay, donde realizó el secundario y comenzó su carrera de Derecho. Años más tarde ingresó a “La Fraternidad” donde conoció a José S. Álvarez (Fray Mocho), con quien compartió el amor a la tierra natal, a sus costumbres y la predilección por escribir.
En Buenos Aires concluyó sus estudios de Derecho y tras ello fue funcionario del Registro Civil y colaborador de su hermano Onésimo, fundador del diario “La Razón” y Ministro de Justicia e Instrucción Pública durante la presidencia de Julio Argentino Roca.
Además, fue subsecretario del Ministerio de Hacienda de la provincia de Buenos Aires, vicepresidente del Consejo Nacional de Educación, presidente de la Junta de Historia y Numismática Americana, precursora de la actual Academia Nacional de Historia.
También se dedicó al periodismo, a la docencia, la literatura y a la historia, y en el año 1927 fue elegido para ocupar la presidencia de la Junta de Historia
En 1887 contrajo matrimonio con Edelmira Fernández, con la cual tuvo cinco hijos.
Como escritor asoció lo nacional a las realidades históricas sostenidas en la continuidad de la tradición, considerada como lo propio del argentino: el territorio, el idioma, la religión, la vestimenta y las costumbres, cuya síntesis podemos identificar en la figura del gaucho.
Este arquetipo es representado por Martiniano Leguizamón en numerosas obras: “Calandria. Costumbres camperas” (1895), “Recuerdos de la tierra” (1896), “Montaráz. Costumbres argentinas” (1900), “Alma Nativa” (1906), “De cepa criolla” (1908), “Páginas Argentinas” (1911), “La cinta colorada” (1916) y “Fiesta en la estancia” (1917). El final de su vida lo encontró cerca de finalizar dos obras en las que trabajaba: “Papeles de Rosas” y “La cuna del gaucho” (1935), publicadas de forma póstuma.
Falleció el 26 de marzo de 1935 en un rancho de González Catán llamado “La Morita”, a los 77 años de edad.
Actualmente, sus restos se encuentran en una bóveda en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires.