Fue el 10 de julio de 1821, en Chañar Viejo, lugar cercano a Villa María del Río Seco, Córdoba. Ese día se escapaba la vida de Francisco Ramírez, el Supremo Entrerriano. Ese día, además, se marcaba el comienzo del fin de la denominada República de Entre Ríos.
República de Entre Ríos
No es demasiado lo que se conoce sobre la República de Entre Ríos. Incluso hay ciertas confusiones al respecto, más allá del nombre. Es que esa república no era tal, ya que nunca tuvo carácter secesionista. Por el contrario, se trataba de un Estado autónomo y federal, para formar una confederación nacional con los otros estados similares.
Hay que entender que tras la batalla de Cepeda cayó el Directorio, por lo que el país había quedado acéfalo. Entre Ríos, por tanto, como las demás provincias, era autónoma.
Fue el 29 de septiembre del año 1820, día de San Miguel, patrono entrerriano, cuando Francisco Ramírez, en Corrientes, dio a conocer en reglamento constitucional, origen de la llamada República de Entre Ríos. Al día siguiente, en la capilla Nuestra Señora del Rosario (Rosario del Tala), se proclamaba su creación como provincia federal que, como apuntábamos, se basaba en la idea federal y en la clara intención de unión en una federación de iguales.
La República de Entre Ríos estaba conformada por las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
Obra de gobierno de Ramírez
La República de Entre Ríos tuvo corta vida, pero es notable la obra de gobierno de Ramírez en ese breve tiempo y, mayor valor se le da si se piensa en las ideas imperantes en ese momento.
Como destacábamos, a pesar de la brevedad que tuvo esta denominada República (existió entre el 29 de septiembre de 1820 hasta la muerte del Supremo, el 10 de julio de 1821), destacamos algunas de sus obras de gobierno.
-Fundó escuelas.
-Montó bases para una administración pública que duraría años.
-Fue prolijo y atento a la reglamentación vigente en el manejo de las cosas oficiales.
-Tuvo también, para la época, importantes concepciones económicas con el objetivo de defender el patrimonio de sus gobernados.
-Estableció la primera imprenta en la provincia.
-Impulsó y concretó la creación del primer periódico impreso fuera de Buenos Aires: “La Gaceta Federal” (la tarea del chileno José Miguel Carrera fue determinante en este logro). Este medio gráfico vio la luz en 1819, pero se mantuvo durante la República de Entre Ríos.
-Sancionó reglamentos para el orden militar, político, económico y tributario.
-Declaró abolidos los derechos a la introducción de efectos del interior del país.
-Prohibió la matanza de vacunos.
-Ordenó la realización del primer censo del territorio (aconsejamos leer la obra de la profesora María Selva Ruth Eguiguren de Varini sobre este tema),.
-Promovió la cría de ganado, la plantación de árboles y la agricultura, obligando a los vecinos a tener arado y sembrar.
-Dividió el territorio en departamentos gobernados por comandantes elegidos por el pueblo, con facultades civiles y militares.
-Creó la administración judicial y el servicio de correos.
-Impuso la enseñanza obligatoria hasta “saber leer, escribir y contar”, decidió que exista al menos una escuela por departamento y también que la educación sería gratuita para quienes no tenían recursos.
-Entre noviembre y diciembre de 1820 convocó al pueblo para elegir al Jefe Supremo de la República (estos comicios solían ser viciosos, pero al menos revelaban una preocupación que otros caudillos no tenían). Fueron los primeros comicios en la región, resultando triunfante Ramírez en forma unánime
La idea federal
Ramírez jamás abandonó la idea federal, y además aspiraba a continuar la obra de Artigas expulsando a los portugueses de la provincia oriental, reintegrar Paraguay a la comunidad nacional, y sobre esta base territorial esperaba asumir la futura organización del país.
De manera que el primer paso a dar era derribar a José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador paraguayo, y con el aporte de esos soldados (30.000 aproximadamente según afirman algunos historiadores) era posible enfrentar a los portugueses.
Francia no respondió las correspondencias de Ramírez. Fue así que el entrerriano intentó poner en marcha la invasión de Paraguay. Concentró sus fuerzas en Corrientes y pidió ayuda al santafesino López, al cordobés Bustos y reclamó al gobernador de Buenos Aires armamentos y tropas, como estaba convenido en el Tratado de Pilar.
Pero Ramírez soñaba. Nadie lo ayudaría a realizar su esperanza de integración. Por el contrario: aquellos que el entrerriano esperaba lo ayuden, se habían unido en su contra.
El cordobés Bustos y el estanciero Juan Manuel de Rosas, consiguieron atraer a López en el denominado Tratado de Benegas. Para lograr este acuerdo, Rosas dispuso de 25.000 cabezas de ganado (algunos dicen 30.000; hay quienes sostienen que no fue sólo Rosas el que dispuso los animales) para entregar a López. Ramírez no había sido convocado. Era el principio del fin del Supremo Entrerriano.
El fin de la República y de su Jefe
De manera que si Ramírez esperaba ayuda de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, se equivocaba de medio a medio. Lo que le quedaba, por tanto, era hacer frente a esta realidad.
Ramírez envió al coronel Anacleto Medina para que se alce con la caballada de López, y el santafecino quede desmontado. El jefe entrerriano cruzó el Paraná y, reunido con las fuerzas y los caballos de Medina, avanzó hacia Rosario. Pero hay algo que no esperaba: Lucio Mansilla, que tenía orden del Supremo de desembarcar frente al puerto de Santa Fe y tomar la ciudad, volvió tras sus pasos traicionando a Ramírez.
Mansilla, que ayudó a Ramírez a derrotar a Artigas, ayudó ahora a López a derrotar a Ramírez, quien como apuntábamos, fue muerto el 10 de julio de 1821, en Chañar Viejo, cerca de Villa de María del Río Seco, Córdoba.
En realidad, Mansilla fue fiel a los porteños, no a la causa federal. Hay un dato a tener en cuenta: ya sin Ramírez, se hizo cargo del gobierno entrerriano, poder que ejerció por tres años con beneficios, claro está.
No hay que olvidar que Lucio Norberto Mansilla había nacido en Buenos Aires, lugar donde murió, y cuando se incorporó a las huestes de Ramírez no hizo más que ayudar a lograr lo que Buenos Aires buscaba desde hace años: vencer al caudillo oriental. De manera que no llama la atención que dejara a Ramírez a su suerte, incumpliendo la tarea que le había sido encomendada.
Sería interesante analizar en profundidad respecto a si Mansilla fue un traidor o fue un infiltrado, aunque no es ese el fin de este escrito.
Lo real es que Ramírez fue el caudillo entrerriano que hizo muchísimo más que lo que común y livianamente se recuerda. En tanto, otro punto para no olvidar es su defección hacia Artigas, no a la causa federal.