Las provincias federales no estuvieron en Tucumán, pero la independencia siempre fue su objetivo

Entre Ríos no participó del Congreso de Tucumán del 9 de julio de 1816. Tampoco lo hicieron las provincias federales, integrantes, como Entre Ríos, de la Liga de los Pueblos Libres. En realidad, participó la mitad del Virreynato del Río de la Plata. La otra mitad, estuvo ausente.

La idea que generalmente se transmite es que todas las regiones integrantes de las Provincias Unidas del Río de La Plata viajaron rauda y entusiastamente a Tucumán para declarar la independencia de la Patria. Pero eso no fue así.

Hay que recordar que el primer llamado para declarar la independencia fue la Asamblea del Año XIII, aunque la independencia no se declaró. Los representantes federales y artiguistas no participaron. La Asamblea suspendió la incorporación de los diputados de la Banda Oriental, elegidos el 21 de abril de 1813 en el Congreso de Tres Cruces bajo el liderazgo de José Gervasio Artigas. No pocos historiadores sostienen que el motivo fue que los diputados artiguistas llegaban con las instrucciones propuestas por Artigas, orientadas a declarar inmediatamente la independencia del reino de España y organizar a las provincias bajo una forma de estado confederal, organización que rompía con la centralización existente hasta ese entonces.

En lo atinente al Congreso de Tucumán, quienes no concurrieron fueron los representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, la Banda Oriental y Paraguay, provincia entonces ésta última, que estaba en pugna con el centralismo porteño desde 1811; se había negado a enviar diputados a la Asamblea del Año XIII porque Buenos Aires rechazó un proyecto de Confederación que proponía. Además declaró su independencia en 1814 y en el mismo año de 1816, realizó un congreso que designó dictador perpetuo a Gaspar Rodríguez de Francia, enemigo acérrimo de la política porteña. Los mismos problemas con Buenos Aires enfrentaban las otras provincias de este grupo que sumando a Córdoba, habían formado la Liga de los Pueblos Libres bajo el protectorado de Gervasio de Artigas, quién tenía un actitud opositora a la política de Buenos Aires, pero dispuesto a negociar con el centralismo porteño en función de la unión de las regiones que integraban el ex Virreinato del Río de La Plata.

Artigas nunca fue bien visto por Buenos Aires. Desde el primer momento los porteños intentaron quitarlo de la escena política. Los problemas se agudizaron cuando los enviados federales de Artigas enviados a la Asamblea del año XIII fueron rechazados, tal lo apuntábamos. Las argumentaciones se basan en algunas formalidades en la elección de los diputados, pero el fondo de la cuestión, tal lo indicáramos antes, lo constituyen las instrucciones sobre la organización federal del país que Artigas ha dado a sus representantes para que se traten en el Congreso.

Las ideas artiguistas molestaban al sector conservador porteño, pero cuando se las analiza hoy, comprobamos que están en gran parte incorporadas a la Constitución Nacional desde 1853, como fundamento institucional de la República Argentina. Lo triste es que debieron transcurrir cuarenta años de lucha y muerte para arribar a una solución que estaba propuesta por los pueblos en 1813.

Artigas fue declarado por Buenos Aires traidor a la patria y su cabeza puesta a precio. Pero la Asamblea del año XIII fue el primer llamado para declarar la independencia, aunque Buenos Aires se opuso a ello. Ninguna de las propuestas de los Pueblos Libres fueron tratadas y las contrapropuestas porteñas son una serie de imposiciones que Artigas debería aceptar y enviar delegados a Tucumán para seguir con las negociaciones. En realidad, lo de Buenos Aires fue poco menos que una burla.

Más aún, Buenos Aires realizaba acciones diplomáticas y militares para anular la influencia de Artigas. Incluía en sus intenciones la invasión de fuerzas militares portuguesas a la Banda Oriental para aniquilar a Artigas.

En 1815 Artigas convocó al denominado Congreso de Oriente, del que participaron representantes de las provincias que formaban parte de su Protectorado. Allí se declaró la independencia que, como era de esperar, Buenos Aires rechazó y aún rechazan muchos historiadores.

En otro ámbito, desde Mendoza, José de San Martín exigía la independencia y cuando Buenos Aires decide reunir el Congreso de Tucumán, San Martín insistía con que, ni bien instalado, procediera sin más trámite a declarar la Independencia. Empezó a insistir meses antes de la inauguración de la famosa asamblea.

Pero es importante preguntarse si Buenos Aires pretendía realmente declarar la independencia en 1816. Planteamos esto porque la Junta de Observación, nombrada por el Cabildo e integrada por Pedro Medrano, Esteban Agustín Gascón, José Mariano Serrano, Antonio Sáenz y Tomás Manuel de Anchorena, dictó un Estatuto Provisional que, si bien nunca llegó a tener vigencia efectiva, en su artículo 30º establecía que el Director, “…luego que se posesione del mando, invitará, con particular esmero y eficacia, a todas las ciudades y villas de las provincias interiores para el pronto nombramiento de diputados que haya de formar la Constitución, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Tucumán (…)”. De manera que la intención era contar con una Constitución. No se hablaba de declarar la independencia. Las provincias que respondían a Buenos Aires rechazaron el Estatuto y sólo aceptaron participar del Congreso a realizarse en Tucumán. Los Pueblos Libres, en una actitud lógica por la realidad del momento y los antecedentes, lo rechazan en su totalidad. Por eso convocaron el Congreso de Oriente antes mencionado. Es muy importante destacar que en este Congreso se declaró la independencia no la separación del resto de las provincias con las cuales propone formar una confederación de estados soberanos.

Este congreso envió una delegación a Buenos Aires para tratar una serie de temas y poder llegar a un acuerdo. Cuando llegan a Buenos Aires, los delegados no son recibidos por el Director de Estado y fueron detenidos en la fragata “Neptuno” de donde no podrán salir y de allí deberán parlamentar con enviados del gobierno.

Por su parte, en 1816, el Congreso de Tucumán declaró el 9 de julio la independencia de nuestro país. Pero como esto no estaba incluida en la convocatoria, se lo hizo ante la presión que en tal sentido ejercieron San Martín y Güemes a través de sus delegados, Belgrano con su presencia en Tucumán y la postura de Los Pueblos Libres en boca de los delegados de Córdoba. Pero hay algo más: el acta del 9 declaraba “… una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”, texto que desagradó a los partidarios de la independencia absoluta que volvieron a presionar, y el día 19 de julio, en sesión secreta pedida por el diputado Medrano, se agregó la fórmula “… y de toda otra dominación extranjera”.

La Independencia estaba declarada. San Martín podía así comenzar con el inmenso objetivo que se había propuesto y que finalmente logró: llevar la libertad a otros pueblos hermanos de América y vencer a los españoles definitivamente.

El Congreso de Tucumán es con toda justicia recordado y homenajeado por esta fundamental declaración de independencia y por haber establecido que la insignia patria era la creada por Belgrano, entre otros puntos. Es necesario mencionar que hasta ese momento (1816), lo que flameaba en el fuerte de Buenos Aires, eran los colores borbónicos de Fernando VII, a pesar que nuestra bandera existía desde 1812, aunque escondida, según las órdenes dadas a Belgrano por el gobierno de Buenos Aires. 

Es necesario recordar también las ideas independentistas que algunos tuvieron claramente en aquella época. Además, no hay que olvidar a los que priorizaron propios intereses por encima de las ideas