Lo conocí en los primeros años de la década del 70. Antes había escuchado su nombre, me habían informado de su arte, sabía que había formado parte de un grupo vocal, que era solista e hijo de un poeta, pero nunca había hablado con él ni lo había escuchado junto a su guitarra.
Fue en Paraná, su ciudad, cuando sentí su música, su voz que tanto decía cuando cantaba y su manera de tocar la guitarra, que no sólo tenía técnica y conocimiento, sino que además tenía alma.
Y pasó el tiempo, nos vimos varias veces, charlamos y sin explicación alguna notamos que coincidíamos en muchas cosas. Tal vez por eso comenzamos a alargar nuestras charlas. Tal vez por eso era un gusto enorme poder comunicarnos aunque más no sea por teléfono. Tal vez por eso siempre teníamos temas para tratar y profundizar. Alguna vez compartimos un viaje por Mendoza donde realizamos algunas actuaciones, pero más allá de eso, ese viaje nos regaló tiempo para hablar de Yupanqui, de Marcelino Román, de su padre Polo con el que compusiera varios temas, de Linares Cardozo, de Aníbal Sampayo, de Juan L. Ortiz, de Jorge Martí, de Walter Hainze, del levantamiento de los Kennedy en La Paz, del hombre entrerriano y la guitarra, de ese mismo hombre y el paisaje, de las diferencias en el canto de los ríos Uruguay que era el mío y el Paraná que era el suyo, de la región de la que formábamos parte y estaba unida históricamente a zonas de nuestro país y países vecinos y de esa Patria Grande tantas veces soñada.
Pero además, era posible hablar con él de la vida, de principios que no debían ser dejados de lado, de esas ideas que no se venden por ninguna plata, de la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, de lo que hay para aprender y de lo que hay para enseñar…
Miguel “El Zurdo” Martínez nació en Paraná el 12 de febrero del 40. Algunos dicen que se fue el 12 de enero del 2011. Yo insisto en que sigue presente, porque sus conceptos de vida son cada vez más necesarios, su ejemplo toma mayor dimensión con el paso de los días y las circunstancias que se viven en el país, y como si eso fuera poco, su música continúa llenándonos el alma.
G.S.